El indomable lobo Fenrir

Uno de los peculiares hijos de Loki es este gigantesco lobo al que los dioses no podían controlar. Feroz como pocas criaturas de la mitología nórdica, Fenrir está predestinado a tener un papel importante en el Ragnarök.

Además de dioses, gigantes y otras especies, en la mitología nórdica tienen una especial relevancia algunos animales únicos. El lobo Fenrir y la serpiente Jörmungandr son dos buenos ejemplos de ello.

Origen de Fenrir

Fenrir es hijo de Loki y la gigante Angrboda, quienes también engendraron a sus hermanos Jörmungandr y Hela, la diosa de la muerte. Al igual que sus monstruosos hermanos, está destinado a causar problemas a los dioses.

A su vez, Fenrir es el padre de los lobos Hati y Sköll. El primero se  dedica a perseguir a la Luna, y el segundo hace lo mismo pero con el Sol. En la mitología vikinga, estas persecuciones sin descanso son la causa del ciclo día/noche.

Apodos y representación de Fenrir

Fenrir también se conoce con el nombre de Vánagandr. Aparece representado como un lobo de grandes dimensiones y en actitud fiera. Por citar algunos ejemplos, en las piedras rúnicas de Tullstorp y Ledberg se pueden encontrar representaciones de Fenrir.

A la derecha, Fenrir muerde el pie de Odín.

Principales mitos de Fenrir

Intentando domar a la bestia

Cuando Fenrir era un cachorro, devoraba tanta comida que empezó a crecer a un ritmo sorprendente. Llegó un momento en el que los dioses empezaron a preocuparse, y finalmente resolvieron aprisionarlo antes de que fuera demasiado tarde. Primero probaron con la cadena Leding («costumbre»), pero el animal sólo tuvo que estirarse un poco para romperla. Entonces, los moradores de Asgard probaron con otra cadena aún más fuerte, Dromi («ley»). Pero Fenrir apenas tuvo que dar un tirón para quebrarla.

Llegados a este punto, los æsir y los vanir recurrieron a los habilidosos enanos para encontrar un remedio. Los enanos fabricaron Gleipnir («conciencia»), una cinta mágica que parecía ligera y sedosa pero era irrompible. Estaba hecha con los siguientes seis materiales: las barbas de una mujer, las raíces de una montaña, el soplo de unos peces, los tendones de un oso, el sonido de las pisadas de un gato y la saliva de un pájaro.

Con este objeto mágico, los dioses se aproximaron a Fenrir para sujetarlo de una vez por todas. Lo llevaron a la isla Lyngvi, en el lago Ámsvartnir, y para engañarlo  le dijeron que iban a colocarle una cadena para ver si era capaz de romperla, ya que ellos no eran capaces. Sin embargo, el lobo desconfiaba ya tras los repetidos intentos anteriores. Para que no lo tacharan de cobarde, accedió pero poniendo una condición:  que uno de los dioses le colocara su mano entre las fauces. Tyr, el valeroso dios de la guerra, fue el único con coraje suficiente como para hacerlo.

Y así, mientras Fenrir tenía la mano de Tyr aprisionada entre las mandíbulas, los dioses amarraron a la bestia. Comprobando que esta vez sí iba a quedar atrapado, Fenrir mordió la mano de Tyr y se la arrancó de cuajo. A partir de entonces, el lobo permanecerá encadenado hasta el día del Ragnarök.

Tyr y Fenrir

Tyr mantiene su mano entre las fauces de Fenrir. Ilustración de John Bauer.

Fenrir en el Ragnarök

La cinta Gleipnir mantendrá amarrado a Fenrir hasta el Ragnarök. Ese día, el lobo gigante conseguirá liberarse y marchará hacia la batalla final junto a su padre Loki y el bando de los gigantes. Paralelamente, Hati y Sköll alcanzarán por fin a la Luna y el Sol, destrozándolos. Como consecuencia, la oscuridad cubrirá toda la tierra durante el Ragnarök. En el combate y según está predestinado, Fenrir devorará a Odín. A continuación, el lobo morirá a manos de Viðarr, hijo de Odín y dios del silencio y la venganza.

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