Cuando hablamos de vikingos, muchas veces ponemos el foco en Europa Occidental. Sin embargo, los suecos llevaron a cabo una intensa actividad en Europa del Este. La crónica de Ahmad Ibn Fadlan, de la que os hablaremos en este artículo, es una prueba de ello.
El contexto histórico
Para cuando este abasí realizó su famoso viaje, los vikingos ya habían tenido contacto con los musulmanes tanto en forma de saqueos como a través del comercio. Los suecos remontaron los ríos rusos desde el Báltico, llegando al Mar Negro y al Caspio y tratando con la Constantinopla cristiana y la Bagdad musulmana.
Los vikingos vendían en esta zona oriental pieles, esclavos y espadas. Y, en menor medida, también exportaban miel, cera y ámbar. Fundaron Kiev y Nóvgorod como puestos comerciales y saquearon la zona del Mar Caspio.
¿Quién era Ibn Fadlan?
Ahmad ibn Fadlan fue un viajero y diplomático musulmán del siglo X al servicio del califato abasí. Ha pasado a la historia gracias a su crónica de un viaje que realizó a la zona del Volga, donde se encontró con unos vikingos. Sus descripciones libres de prejuicios, casi antropológicas, reflejan aspectos culturales como la vestimenta o los ritos religiosos.
Concretamente, Ahmad Ibn Fadlan fue enviado por el califa Al-Muqtádir a negociar una alianza con los bulgáricos del Volga. Bolghar o Bulgaria del Volga era un estado ubicado entre los ríos Volga y Kama. Se trataba de una posición estratégica en la que confluían las rutas comerciales de los vikingos procedentes del norte y los árabes del sur.
El viaje de Ahmad Ibn Fadlan
Ibn Fadlan partió desde Bagdad el 21 de junio del año 921. La floreciente capital abasí era una de las ciudades más prósperas del mundo, y el califato uno de los reinos más poderosos de su tiempo. Por ello, el rey de Bolghar había solicitado ayuda al califa Al-Muqtádir para ponerse bajo su protección ante los ataques de los jázaros.
La misión de Ibn Fadlan era convencer al rey búlgaro, que había anunciado su conversión al Islam, de que riendiera homenaje al califa abasí. A cambio, la embajada de Bagdad entregaría una importante cantidad de dinero para que los búlgaros del Volga construyeran una mezquita y una fortaleza.
A lo largo de casi un año, el emisario árabe recorrió 5.000 kilómetros hasta llegar a Bolghar (a orillas del Volga, en la actual Rusia). Por el camino conoció a diversos pueblos cuyas costumbres fue describiendo. Samánidas, corasmios, turcos oguz, búlgaros del Volga y, finalmente, vikingos y hombres del Rus. También tuvo ocasión de divisar auroras boreales y descubrir las noches blancas.

Viaje de Ibn Fadlan desde Bagdad hasta Bolghar, donde encontró a los hombres del Rus.
Conviviendo con los hombres del Rus
Mientras Ibn Fadlan estaba en Bolghar en 922, una partida de comerciantes vikingos llegó a la ciudad. El diplomático musulmán tuvo ocasión de conocer las costumbres de estos nórdicos. Cómo vestían, cómo rendían culto a unos ídolos de madera, cómo tenían sexo con sus esclavas abiertamente, etc.
En contraste con muchos de los pueblos que conoce en su viaje, el viajero alaba el aspecto de los vikingos con estas palabras «Nunca he visto cuerpos más perfectos que los suyos. Eran como palmeras. Rubios y rubicundos». No es esto lo único que le llamó la atención sobre su apariencia: «desde las puntas de sus dedos del pie hasta su cuello, cada hombre está tatuado en verde oscuro con diseños».
Eso sí Ibn Fadlan condena su absoluta falta de higiene, tachándolos de ser «las criaturas más sucias de Dios». Los hombres de Rus que conoció este abasí no se lavaban después de comer o defecar. Es más, su único hábito de limpieza era terriblemente insalubre: el líder se lavaba la cara y la cabeza en un gran cuenco de agua, sonándose la nariz y escupiendo en la jofaina; acto seguido, el mismo cuenco pasaba a otra persona, que realizaba las mismas acciones, y así iba de mano en mano sin cambiar siquiera el agua.
Sin duda, el acontecimiento más importante que tuvo la ocasión de presenciar Ibn Fadlan fue el funeral de un noble vikingo. El diplomático relata cómo una de sus esclavas se ofreció a morir con su señor. Los allegados al difunto tuvieron sexo con la sierva, que más tarde fue sacrificada y colocada junto a su amo en un barco al que se le prendió fuego.
El legado del relato de Ibn Fadlan
La lectura de esta crónica del siglo X inspiró a Michael Crichton para escribir su exitosa novela Devoradores de cadáveres (1976). Años más tarde, su libro fue llevado a la gran pantalla con la película El guerrero número 13, protagonizada por Antonio Banderas.
El texto de Ibn Fadlan puede leerse, traducido al inglés, en un libro publicado por Penguin Classics que contiene también diversos textos de otros viajeros árabes de la Edad Media.